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¡Sonríe!

La diferencia entre pedir una sonrisa y provocarla. Quisiera pensar que esa es mi seña de identidad.

Me gustaría que en los videos finales los novios se sintieran reconocidos y que se viesen guapos y bonitos no por la pose ni la iluminación elaborada, sino porque se vieran naturales y aun así se gustaran vistos a través del marco por el que se están asomando, que no es otro que mi punto de vista, mi forma de ver las cosas.

Por eso creo que el primero en ser natural he de ser yo. Estas personas me acaban de conocer y de repente entro en sus casas a acompañarlos el 80% de su gran día. Desde el minuto uno tienen que conocerme, verme como Miguel, no como el chico del video o de las fotos.

Apuesto fuerte por las risas. Creo que vale la pena arriesgarse. Entro por la puerta y mi tarjeta de visita es un chiste malo y según vea las reacciones voy filtrando para adaptarme a la comodidad de los que se van a casar y están de los nervios (esto es adaptarme, no cambiar mi forma de hacer) pero primero apuesto por la risa, siempre, la alegría y el buen humor y si veo que no está el horno para bollos, naturalmente escucho y reacciono.

Y dejo que las cosas fluyan, procuro una sensación de bien estar.  Y sobre todo mantengo la sonrisa, la mía y la del novio o la novia. Es lo que mejor le sienta a las personas, una buena sonrisa, pequeña o grande, tímida o abierta, a carcajada limpia o reflejada en la mirada.

No es tarea grave, porque, en general, la gente está feliz en estos días y lo único que tengo que hacer es dejar que las cosas ocurran

Observar, grabar y conversar. Así resumiría yo este trabajo. Un trabajo en el que eres el absoluto responsable de inmortalizar el día más importante de las personas que se casan y de su familia, que te obliga a ser fervientemente fiel a lo que ocurre. Debes ser un testigo más y no un director de escena. Y si usas técnicas de imagen, de luz, de encuadre, pienso que tienen que ser lo más sutiles posibles para no afectar al aquí y ahora.

En resumidas cuentas, diré que tomémonos este trabajo en serio y apliquemos una buena dosis de buen humor. Así podremos guardar con llave en el cajón esa manida expresión de “Sonrie”.