Hoy toca la locura contenida. Un querer esconderse detrás de la risa hasta descubrir que no hacen falta florituras para enamorar a la cámara, que con una mirada o un pequeño gesto puedes mover montañas (o dejarlas paralizadas).
Entre risa y risa ha aparecido lo contundente de la calma y se han encontrado el rojo y el verde azulado.
Más sesiones como esta, por favor.